La Biblia como historia
Arnoldo Canclini
El cristianismo se basa en hechos históricos. La Biblia, por lo tanto, como base de la fe cristiana debe necesariamente tener también un sentido y contenido históricos. Y por supuesto que lo tiene; comenzando con la existencia en sus páginas de numerosos relatos, desde el Génesis hasta los Hechos e incluso algunas porciones de las Epístolas. Trata diversos temas. Algunos son crónicas, o sea, la consignación de sucesos tal como aparecen a los ojos de un observador. Otros como Rut, Nehemías y Ester son de tipo biográfico, categoría en la que deben incluirse también los Evangelios.
El sentido del material histórico
No todo lo que ocurre es un hecho histórico, en el sentido que pudiera ser de interés general. Las minucias que nos pasan todos los días, por ejemplo, no figurarán jamás en un texto de historia. Ni siquiera lo que a nosotros pudiera parecernos sumamente importante, pero que al final no tendrá consecuencias ni influencia alguna en el futuro. Hemos mencionado, los Evangelios. No hay duda de que allí hay una biografía incompleta de nuestro Señor. Dios no ha querido que en ese material, que el mismo Juan dice que no cabría en todos los libros que pudieran escribirse, se incluyan algunas cosas que hoy tendríamos curiosidad por conocer. Que esto es así se prueba por la rapidez con que surgieron los llamados "Evangelios apócrifos", que trataban de llenar las presuntas lagunas, en especial aquellas relacionadas con la niñez del Salvador.
Cuando leemos algunos comentarios sobre si tal relato es o no histórico debemos tener en cuenta esto del sentido del material histórico. Por ejemplo, podemos decir que Job realmente existió en tal fecha y lugar; pero también tenemos que estar seguros de que él y sus amigos dijeron exactamente cada cosa que se registra como dicha por ellos. No resulta fácil creer que un grupo de personas pueda improvisar largos discursos en verso y con un profundo contenido filosófico-religioso. Bien pudieron haberse tratado entonces todos esos temas, pero no tiene importancia que haya sido con esos términos exactos.
Todo historiador hace una selección de lo que considera parte de un proceso; naturalmente el peligro está en que eso ya es un comienzo de interpretación. Para entender esto es muy valioso el versículo de Juan 20.31: "Estas (cosas) se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre". O sea que el sentido de lo que se ha escrito está en que las personas crean que Jesús es el Salvador. Lo mismo se puede decir de toda la Biblia: hay un propósito definido en lo que ella contiene, que no es simplemente hacernos saber los hechos del pasado.
El punto de vista divino
El autor sagrado escribe desde el "punto de vista" de Dios, lo que indica que no estamos ante un libro común de historia. Por eso se cuentan los hechos que llamaríamos sobrenaturales, como los milagros y las visiones, con la misma naturalidad que los de la vida cotidiana. La narración de la crucifixión, por ejemplo, se presenta de manera clara pero notablemente sobria, igual que la de la resurrección. Para Dios todo eso es parte de un proceso, que no hay por qué separarlo de los hechos meramente terrenos.
Citemos otro ejemplo. El Evangelio según San Marcos termina así: "Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían". Aquí encontramos entremezclado con toda naturalidad lo que hacían los hombres (que suelen considerarse únicos protagonistas de la historia) con lo que Cristo físicamente ausente seguía haciendo en ellos y hasta lo que hizo estando en el cielo! (Hay quienes aseguran que estas líneas no estaban en el original; eso simplemente diría que así lo sentía la Iglesia primitiva).
Pasado, presente y futuro
Finalmente, notamos que lo mismo ocurre con el futuro. La profecía suele estar escrita en tiempo pasado. Desde el punto de vista divino, lo que ocurriría es tan seguro como parte de los caminos eternos como lo que ya pasó. En Dios no hay pasado, presente ni futuro. Todo es fruto de su voluntad y propósitos.
Estas ideas nos ayudan a leer la Biblia. No tenemos que detenernos en problemitas de detalles históricos, sino buscar el gran mensaje del sentido que Dios ha querido dar a su accionar en el mundo y en nuestra vida.